En busca de una relación larga y feliz (I)
Casarse, convivir sin casarse, vivir juntos pero aparte, nunca vivir juntos, da igual. La forma como se articula el amor de pareja se transforma según usos y costumbres, con la idea cada vez más apremiante de nivelar la preservación de la individualidad, de la autonomía, con el anhelo de cariño, afecto y refugio.
Si hay algo que no cambia, es que seguimos queriendo intercambiar amor en un contexto de pareja. Pero aun así, aquello que en un momento dado sentimos que es amor a menudo se acaba fundiendo y dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
Inspiradas en diversas fuentes de estudiosos del amor y de la pareja, estas son unas pautas que podrían llamarse universales o básicas, sin las cuales las parejas no podrían nacer y gozar de una vida saludable y longeva:
Para empezar bien
• Elegir la pareja de un modo correcto y sensato. Hay que tener en cuenta que somos atraídos por muchas razones. Puede ser que una persona nos recuerde a alguien del pasado, que nos cubra de regalos y nos haga sentir importantes. Es recomendable elegir una pareja de la misma forma que se valora a un amigo: tener en cuenta el carácter, la personalidad, los valores, la generosidad de espíritu, la relación entre lo que dice y lo que hace y su relación con otras personas.
• Conocer la idea del otro sobre las relaciones. En nuestro tiempo existe mucha diversidad de conceptos e ideas divergentes sobre las relaciones. Sería básico tener las mismas ideas al respecto.
• No confundir atracción física y compatibilidad sexual con amor. Aunque parezca un lugar común, al principio de las relaciones es muy fácil equivocarse.
• Conocer las propias necesidades y hacerlas saber al otro. No esperar que el otro las adivine. Si se ocultan las necesidades, estas actúan como una agenda oculta que puede generar resentimientos y rabia si no acaban siendo cubiertas. La honestidad es la base de la intimidad.
Fuente: http://www.magazinedigital.com/salud/psicologia/
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